Barcelona expone en tres sedes diferentes 70 grabados del pintor alemán
El alemán Alberto Durero (Núremberg 1471-1528) está considerado uno de los mejores grabadores de la historia de la pintura, sino el mejor, con permiso de Goya, Rembrandt y Picasso. Su destreza y virtuosismo le llevaron a alcanzar en el siglo XVI unas grandes cotas de popularidad, fama y rentabilidad económica que le han acabado otorgando el título de mejor artista alemán de la historia, con permiso también de Mengs y Memling. Durero, que durante toda su vida trabajó para unir arte y ciencia, geometría y naturaleza, supo aprovechar, como pocos, los cambios y avances tecnológicos que le tocaron vivir; inventos como la imprenta y el grabado que ayudaron a divulgar la información escrita y visual. Durero se valió de ellos para difundir a centenares sus obras (ediciones de 300 y 500 ejemplares) e influir como pocos tras trabajar para las clases que controlaban el poder político (incluido emperadores) y banqueros de la Europa del momento, creando escenas y personajes, incluidos sus autorretratos, que fueron copiados por otros artistas durante generaciones. Durero firmó todas sus obras intercalando el monograma de su nombre dentro de un cartelino que de forma caprichosa colocó siempre a partir de 1500, convirtiendo su firma en una marca personal; una especie de copyright, en el que mostraba de forma evidente quién era su autor.
'El caballero la muerte y el diablo', realizado en 1513 por Durero
Parte de su obra, 70 grabados (unos trabajos que Durero consideraba mejores que sus pinturas) de diferentes series, puede verse hasta el 26 de mayo, en tres sedes de la ciudad de Barcelona: Real Círculo Artístico, el Museo Diocesano y la catedral de Barcelona, en la exposición Durero, maestro del Renacimiento, que la convierten en la muestra más importante celebrada en Barcelona sobre este artista, tras la organizada en La Pedrera en 1998 (hace 21 años) que contaba con 100 de estas pequeñas joyas.
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